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La batalla de Barnet tuvo lugar cerca de la ciudad de Barnet al norte de Londres, el 14 de abril de 1471, en el marco de la guerra de las Rosas. Se enfrentaron el rey Eduardo IV de la casa de York, contra Ricardo Neville, conde de Warwick de la casa de Lancaster, con victoria de los yorkistas.
Antecedentes
En 1470, Luis XI se encontraba bajo una gran presión por parte de la exiliada reina Margarita de Anjou, para que lo ayudara a invadir Inglaterra y reconquistar y liberar a su cautivo esposo. Fue el rey Luis quien sugirió la posibilidad de una alianza entre Ricardo Neville, conde de Warwick, y Margarita, una idea que a ninguno de los antiguos enemigos le gustaba. Pese a sus reticencias, ambos llegaron a darse cuenta del potencial de tal alianza, pese a los fines que perseguían cada uno. Margarita quería reclamar su reino y asegurar la sucesión de su hijo, mientras que Warwick esperaba poder mantener un rey títere, bien fuera Enrique, su hijo o Jorge de Clarence. En cualquier caso se comprometieron por medio de una alianza matrimonial entre el príncipe de Gales Eduardo de Westminster y la hija de Warwick, Ana Neville.
Con el pacto de Angers en vigor, planearon un ataque combinado contra Eduardo IV para restituir a Enrique VI, que estaba prisionero en la Torre de Londres al poder.
Warwick, Clarence, y los de Lancaster, prepararon sus apoyos en Inglaterra y propagaron rumores de que Eduardo no era un rey legítimo.
Estallaron rebeliones de los Lancaster en Yorkshire y Carlisle en el norte, con el fin de atraer la atención de Eduardo, que se dirigió a Ripon. Cuando estaba allí, en septiembre de 1470, Warwick invadió Inglaterra con el apoyo de Francia, y acompañado de Clarence, y rápidamente se reunió un gran ejército en Exeter y se dirigió a Coventry.
Fundamentalmente, Eduardo fue traicionado por el hermano de Warwick, Juan Neville, marqués de Montagu, que había permanecido hasta entonces leal a Eduardo, que se vio obligado a embarcarse en el King’s Lyn y exiliarse en Flandes. La reina Isabel, que por entonces estaba en avanzado estado de gestación, buscó refugio en Westminster. Enrique VI, que había sido encarcelado en la Torre de Londres, fue restaurado en el trono. Pero Enrique, era entonces un hombre roto, Warwick gobernaba en su nombre.
Aunque Warwick parecía estar totalmente en control de los acontecimientos, su posición era menos segura de lo que parecía. El conde disfrutó un apoyo muy popular, pero muchos de los nobles se mantuvieron al margen. Por otra parte, Eduardo encontró apoyo en el duque Carlos de Borgoña, que anteriormente se había casado con la hermana de Eduardo. Carlos también estaba relacionado con la Casa de Lancaster, pero entendía que una alianza anglo-francesa seguramente podría conducir a un ataque significativo en sus propias tierras. Con la asistencia de Borgoña, Eduardo fue capaz de montar una pequeña flota en Flushing.
Movimientos previos
La suerte estuvo del lado de Eduardo: los mismos vientos que impedían a Margarita de Anjou ir a Francia permitieron a Eduardo volver a Inglaterra. El escenario estaba listo para un ajuste final de cuentas entre Eduardo y Warwick.
El 14 de marzo de 1471, Eduardo desembarcó en Spurn Head, en la desembocadura del Humber. El duque Carlos le había proporcionado algunas tropas, como complemento a su banda de exiliados, pero la posición de los de York era precaria. Había fuerzas sustanciales que se oponían a la invasión de Eduardo. Sin embargo, a través de una mezcla de audacia, engaños y rapidez, Eduardo se las arregló para evitar quedar atrapado, golpeando duro en el corazón del reino. Montagu, quizá lamentando su decisión anterior, parecía curiosamente reacio a obstaculizar el avance de Eduardo.
En el momento en que llegó a la región central estaba al mando de un ejército mucho más numeroso. Recibió un gran impulso cuando Clarence, al mando de 4.000 hombres, que desertó de Warwick y volvió a la casa de York. Warwick estaba entonces en Coventry, donde Eduardo ofreció batalla, pero Warwick se negó a abandonar la seguridad de las murallas de la ciudad. Por tanto, Eduardo decidió dirigirse a Londres, donde los ciudadanos se negaron a oponérsele. El 11 de abril, Eduardo fue recibido en la capital, donde se reunió con su esposa y su hijo recién nacido. El desventurado Enrique VI fue apresado y una vez más conducido a la Torre de Londres.
Para Warwick, la pérdida de Enrique y de la capital fue un duro golpe. Estaba decidido a recuperar la iniciativa, sin embargo, y su ejército era todavía mayor que el de Eduardo. El 13 de abril, Eduardo recibió la noticia de que los de Lancaster, ahora se movían rápidamente hacia el sur, y habían llegado a San Albano (Saint Albans). Eduardo reunió rápidamente sus tropas, y salió a su encuentro. Los yorkistas alcanzaron Barnet en la tarde, encontrándose con algunos de los exploradores de Warwick. Pronto se hizo evidente que Warwick estaba acampado un poco más al norte de la ciudad. Tratando de forzar la batalla del día siguiente, Eduardo avanzó inmediatamente hacia la posición de Lancaster.
El ejército de Warwick estaba equipado con algunos tipos de cañones de campaña. El conde, entonces consciente de la proximidad de Eduardo, ordenó un bombardeo durante la noche. El bombardeo tuvo escaso efecto porque los yorkistas estaban más cerca de lo que consideraban, por los tanto sus disparos fueron largos. Eduardo ordenó silencio a todo su ejército, para no delatar su posición.
Despliegue inicial
A la mañana siguiente, que era Domingo de Pascua; Eduardo, que contaba con unos 15.000 efectivos, desplegó antes de la madrugada, tal vez con la esperanza de coger a los de Lancaster desprevenidos. Desplegó en tres batallas o divisiones, la de la izquierda mandada por Guillermo, conde de Hastings, el centro mandado por el mismo que se distinguía por su armadura dorada, y el ala derecha mandada por Ricardo, duque de Glaucester, y una reserva posiblemente mandada por Jorge, duque de Clarence.
Pero el ejército de Warwick estaba listo y esperando. Había desplegado sus fuerzas, que eran superiores con unos 20.000 efectivos, también en tres batallas: la de la derecha mandada por Juan de Vere, conde de Oxford; el centro mandado por Juan Neville, marqués de Montagu; y la izquierda mandada por Enrique Holland, duque de Exeter; la reserva estaba mandada por Ricardo Neville, conde de Warwick.
Había una densa niebla que cubría el campo de batalla. Por lo que ambos ejércitos no se veían y no estaban uno frente a otro, ambos sobrepasaban al otro por el flanco derecho.
Desarrollo de la batalla
La batalla de Barnet comenzó con una lluvia de flechas, por ambos bandos. Los soldados borgoñones de Eduardo dispararon armas de fuego.
A continuación se produjo el choque entre las dos líneas, el ala derecha de Lancaster, mandados por Oxford, rápidamente aprovechó la ventaja imponiéndose a Hasings que se dio a la fuga; persiguiéndole hasta Barnet, algunos de los fugitivos de Hastings huyeron hasta Londres, donde las noticias de la prematura de una victoria de Lancaster causaron pánico.
En el ala izquierda de Lancaster, sin embargo, estaba sufriendo un trato similar al de Oxford había infligido a su oponente; Gloucester empujó a Exeter, pero el avance era más lento debido a que su grupo estaba luchando pendiente arriba. No obstante, la presión que ejerció en el ala izquierda de Lancaster hizo girar toda la línea de batalla. Warwick, al ver el cambio, ordenó a la mayor parte de sus reservas para que acudiesen a aliviar la presión sobre Exeter, y con el resto reforzó el centro. Allí Eduardo estaba poniendo en serio aprieto a Montagu. Al final la línea de batalla había girado casi 90 grados y las líneas estaban paralelas al camino de Barnet.
Oxford, después de expulsar a Hastings, volvió sobre sus pasos a través de niebla y se encontraron con la retaguardia de Montagu, a la que confundieron con las reservas de Eduardo, lanzándoles una andanada de flechas. Oxford y sus hombres inmediatamente gritaron traición; ya que desconfiaban de la reciente deserción de Montagu retirándose de la batalla. Los gritos de traición se extendieron rápidamente por toda la línea de los Lancaster, rompiendo la formación, y huyeron llenos de ira, entre el pánico y confusión. Cuando la niebla comenzó a disiparse, Eduardo vio que el centro de Lancaster estaba en desorden y envió sus reservas, acelerando su colapso.
Los gritos de la muerte de Exeter por un hacha yorkista resonaron en todo el ala izquierda de los Lancaster, y en medio de la confusión, Montagu fue golpeado en la espalda y muerto, no se sabe si por un yorkista o uno de los hombres de Oxford.
Al enterarse de la muerte de su hermano, Warwick sabía la batalla estaba perdida. Preparó los caballos en un intento de retirarse. Eduardo reconoció que su victoria estaba al alcance de la mano, y decidió que Warwick era más valioso vivo que muerto, dio la orden a sus guardias de traer de vuelta el conde con vida. Sin embargo, Warwick murió durante la huida.
Secuelas
La batalla duró de dos a tres horas, y había terminado en el momento en que la niebla se levantó en la mañana. Como es habitual en la mayoría de las batallas las cifras de las bajas son muy discutidas, se estiman en 500 yorkistas y 1.000 de Lancaster muertos. No hay cifras de los prisioneros.
Los cuerpos de los dos hermanos Neville fueron llevados de vuelta a Londres. Donde los cadáveres desnudos de los hermanos fueron exhibidos en la catedral de San Pablo durante tres días para sofocar los rumores de que habían sobrevivido, después se permitió que fueran enterrados en el panteón familiar en la abadía de Bisham.