Edad Antigua La República Romana Segunda Guerra o Gran Guerra Samnita (326 – 304 AC)

Avance romano (326-322 AC)

Tras la Guerrra Latina, los romanos continuaron su expansión. Tomaron la ciudad volsca de Privernum en el 329 AC, y los volscos, antiguamente enemigos acérrimos de Roma, desaparecieron como nación. El incremento del poder romano empezaba a inquietar a los samnitas.

Las dos ciudades griegas de Palaeopolis y Neapolis (Nápoles) estaban divididas en dos facciones, una prerromana y otra prosamnita. Los samnitas actuaron primero y establecieron guarniciones en ambas ciudades. Roma les declaró la guerra a ambas.

En el 327 AC mandaron al cónsul patricio L. Cornelio Lentulo a Samnio al valle del río Liris, y al cónsul plebeyo Q. Publilio Filo a Campania. Lentulo acampó a medio camino de Palaeopolis y Neapolis. A principios del año siguiente, Palaeopolis fue tomada tras dos años de asedio y Neapolis solamente se salvó firmando una alianza con Roma, expulsando entonces a la guarnición samnita. Los samnitas declararon la guerra a Roma. La estrategia de ambas partes, al tener una inestabilidad fronteriza, iba a ser conseguir aliados en la retaguardia contraria. En el caso de Roma sería Apulia y Lucania; en el caso samnita, Etruria y las tribus Sabelias del Apenino Central.

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Situación en Italia en el 327 AC. Antes de comenzar la Segunda guerra Semnita

En el 326 AC, fueron nombrados cónsules el patricio Lucio Papirio Cursor el plebeyo Cayo Petelio Libolas, realizando operaciones a lo largo del río Volturno y conquistando las ciudades de Alife, Callifae y Rufrium que pasaron a manos de los romanos. Después devastaron el resto del territorio a lo largo y a lo ancho.

En el 325 AC fueron nombrados cónsules el patricio L. Furio Camilo y el plebeyo D. Junio Bruto. Bruto atacó a los vestinos, aliados de los samnitas, conquistado las ciudades de Cutina y Cingilia.

En el 324 AC, se nombró dictador L. Papirio Cursor y a Q. Fabio Ruliano como magister equitum, realizaron operaciones en el lago Fucino y se dirigieron a la ciudad de Fragelae que estaba amenazada por un gran ejército samnita.

En el 323 AC, se nombró cónsul patricio C. Sulpicio Longo que fue enviado a las inmediaciones de Fragelae y al plebeyo Q. Aulio Cerretano que fue enviado a Apulia, alcanzando por primera vez el mar Adrático, ocupando Arpi donde acamparon para pasar el invierno.

En el 322 AC, los samnitas piden la paz, las condiciones romanas fueron muy duras, pero consiguieron un año de tregua.

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Segunda Guerra Samnita. Campañas 327 – 323 AC

Contraataque samnita (321-315 AC)

No había acabado aún la tregua cuando los samnitas retomaron las armas, y durante los siguientes 7 años (321-315 AC) la balanza del conflicto se inclinó de su lado. Parece ser que esto fue principalmente por la habilidad militar del meddix tuticus Cayo Pontio del Telesino, que mereció ser ascendido entre los jefes más antiguos. En su primer año como comandante infligió a los romanos una de las más severas derrotas de toda su historia.

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El líder samnita Cayo Pontio Telesino, preparándose con sus oficiales para dar batalla a los romanos en el 321 AC, todos llevan la coraza samnita de tres discos, en los jefes el disco inferior es una cara del dios de la guerra.

Batalla de las Horcas Caudinas 321 AC

En el año 321 AC, fueron nombrados cónsules el patricio Espurio Postumio Albino y el plebeyo Tito Veturio Calvino, marcharon. Tras reunirse en Calatia, hacia el Samnio por el camino de Capua a Beneventum (vía Apia) para ir en ayuda de Lucera, que gracias a un engaño samnita, creían que estaba cercada.

Cerca del territorio de los caudinos entraron en el célebre paso de Furculae Caudinae (Horcas Caudinas). Consistía en dos estrechos desfiladeros, entre los que había una considerable llanura, pero cerrado por ambas entradas por las montañas.

Posible lugar de la batalla

Los historiadores no se ponen de acuerdo en que valle ocurrió exactamente la batalla, unos proponen el valle de Arienzo, entre Arienzo y Arpaia, con gargantas al Este y al Oeste.

Otro valle sería de Caudina y cuya entrada sería Arpaia y la salida el paso de Sferracavallo, este valle es más extenso y suficiente para albergar un ejército, sin embargo, tiene salidas menores, y hay espacio suficiente para una batalla campal.

Otro paso sería la Gola dell’Isclero, el valle del río Isclero se estrecha entre los montes Taburno y Airano, pero a su entrada se encontraba el bastión samnita de Saticola, por lo que es muy probable que los romanos no eligiesen este camino.

La otra opción era la Plana de Prata, entre los montes de Taburno y Camposauro, tiene dos gargantas estrechas, los romanos pudieron haber elegido esta ruta para evitar la vía Apia, que posiblemente estuviera vigilada por los samnitas.

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Horcas Caudinas posibles ubicaciones del valle donde se desarrolló la batalla.

La trampa

Sea cual fuere el camino seguido por los romanos para llegar al socorro de Lucera, marcharon por el primer paso y accedieron a la llanura. Cuando llegaron al segundo paso vieron que estaba bloqueado por troncos de árbol y piedras, de tal manera que era infranqueable y además estaba fuertemente defendido, los samnitas ocupando las laderas de las colinas. Presa del pánico, los cónsules ordenaron la retirada, pero cuando los romanos llegaron a la entrada, se la encontraron también bloqueada. Los romanos estaban totalmente atrapados, y sin esperanza alguna de poder escapar.

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Batalla de los Horcas Caudinas 321 AC. Los samnitas vigilan el paso de las tropas romanas. Autor Seán Ó’Brógáin
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Batalla de los Horcas Caudinas 321 AC, los romanos son atrapados en un valle y los samnitas le cierran las salidas. Autor Ángel Todaro
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Batalla de los Horcas Caudinas 321 AC, los samnitas atacando a los romanos las laderas del valle. Autor Mitec Jacubiec
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Batalla de las Horcas Caudinas 321 AC. Los romanos intentando pasar por el muro samnita. Autor Seán Ó’Brógáin

Sin orden, los romanos estaban confusos y estupefactos, mirándose entre sí sin hablar ni moverse por mucho tiempo hasta que vieron que los cónsules levantaban sus tiendas. Los legionarios empezaron a construir un campamento cerca de una fuente de agua sin esperar órdenes, algo inútil en su situación, pero para no empeorar las cosas lo hicieron. Entre tanto, los samnitas empezaron a insultarlos y burlarse de la inutilidad de su trabajo. Los cónsules estaban también deprimidos y desconcertados, así que no convocaron un consejo de guerra, pero sus oficiales se reunieron a su alrededor de todas formas.

Cuando llegó la noche, en lugar de consultar a los adivinos sobre qué hacer, los soldados empezaron a lamentarse y ahí surgieron los diversos temperamentos. Algunos animaban a romper las barricadas, escalar los montes y llegar por la espada a cualquier camino en el bosque, recordando que durante treinta años habían vencido constantemente a los samnitas en todo tipo de terreno. Otros respondieron que nadie sabía dónde estaban ni cómo escalar las montañas donde estaban sus enemigos.

El consejo de Herenio

Entre tanto, los samnitas le escribieron a Herenio Poncio, padre de Cayo Poncio, para pedir consejo. El anciano llevaba muchos años retirado de la política, pero su mente seguía lúcida. Él ya tenía noticia que las legiones romanas estaban atrapadas entre los desfiladeros de Horcas Caudinas y cuando el mensajero pidió su opinión, Herenio le dijo que debían dejar que todos los romanos se retiraran ilesos. El consejo fue rechazado y el mensajero enviado de regreso pidiendo una nueva respuesta, esta fue que ejecutaran a todos.

Debido a la contradicción, Cayo creyó que las capacidades mentales de su padre empezaban a fallar, pero cedió a los deseos de sus oficiales e invitó al anciano a un consejo de guerra.

El anciano Herenio obedeció de inmediato y fue en carreta al campamento de su hijo. Al llegar explicó sus respuestas: consideraba que ambas eran la mejor manera de proceder, la primera establecería una amistad perdurable con un pueblo muy poderoso al demostrar tan excepcional amabilidad. En cambio, la segunda retrasaría la guerra varias generaciones, pues le tomaría mucho tiempo a los romanos recuperarse de la pérdida de dos ejércitos. No había tercera opción. Pero su hijo y los demás oficiales propusieron una vía intermedia, despedirlos ilesos, pero humillarlos como exigía el derecho de guerra.

La negociación

En el campamento romano, después de varios intentos fallidos de salir de la trampa, empezaron a verse sin alimentos. Esto los obligó a enviar embajadores para solicitar un acuerdo de paz o desafiarlos a presentar batalla. Cayo respondió que la guerra había acabado, que ya estaban atrapados y vencidos y les exigió entregar sus armas y pasar bajo el yugo conservando únicamente sus túnicas. También debían evacuar Samnio y retirar todas sus colonias de la región, que pasarían a ser un foederati gobernado por sus propias leyes. Estas condiciones se presentaron a los cónsules, advirtiendo que si alguno las rechazaba no habría más propuestas de paz.

Cuando se supieron las condiciones, hubo un grito universal de angustia entre los soldados. Luego un largo silencio, los cónsules no podían hablar ante una capitulación tan humillante como necesaria. Entonces el legado Lucio Léntulo les recordó a los oficiales que cuando los senones asediaron el Capitolio su padre fue el único que aconsejó no pagarles oro para que se retiraran. Aunque morir por la patria es glorioso, pero allí estaban atrapadas todas las legiones de Roma. Si morían quién defendería su ciudad. Serían un país indefenso, a diferencia de la invasión de los senones, donde aún tenían ejércitos en otras partes.

Los dos cónsules y cuatro legiones romanas estaban en manos samnitas. Los samnitas podrían haber exterminado al ejército romano hasta el último hombre, pero tal victoria les hubiese costado bajas, así que decidieron esperar y dejar que los romanos se muriesen de hambre.

Los cónsules decidieron negociar en persona ante Cayo, quien insistió en la firma de un tratado. Sin embargo, estos se negaron porque solamente era posible con permiso del Senado romano y previa celebración de los ritos adecuados. Por ello se llegó a la convención de Caudio, no a un tratado propiamente tal. Los oficiales (cónsules, cuestores, tribunos y legados) juraron por Júpiter respetar lo convenido. Los samnitas exigieron la entrega de 600 équites como rehenes que pagarían con sus vidas si no se respetaba el acuerdo. Luego se estableció un tiempo para enviar a los rehenes y al ejército desarmado para que pasara bajo el yugo.

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Batalla de las Horcas Caudinas 321 AC. Los dos consules romanos negociando la rendición con el general samnita Gavio Pontio. Los cónsules Tito Veturio Calvino y Spurio Postumio Albino con sus mejores galas yelmo italo-corintio, coraza y peteruges blancos, capa blanca y grebas, el samnita lleva túnica y pectoral de tres discos. Tienen interpretes posiblemente griegos. Autor Seán Ó’Brógáin

Cuando los cónsules volvieron al campamento con esos términos el desánimo volvió a reinar y algunos hombres quisieron atacarlos, culpándolos del desastre. También se lamentaron por no tener guías que conocieran el terreno, pues debido a ello cayeron en la trampa. Miraban con amargura sus armas y armaduras, que deberían entregar, imaginándose la humillación futura, los ojos y las burlas de los samnitas.

La humillación

Cuando llegó el momento de la vergüenza, se les ordenó dejar sus armas y armaduras; y salir solamente con sus túnicas puestas, empezando por los équites que serían rehenes. Luego, los lictores y cónsules fueron despojados de sus paludamentum (capa escarlata de los comandantes). Los soldados romanos se negaron a mirar tal acto y apartaron la mirada.

Posteriormente, los cónsules fueron los primeros que pasaron semidesnudos bajo el yugo formado por dos lanzas clavadas en el suelo, y una lanza transversal, que les obligaba a pasar agachados. Luego pasaron los oficiales y finalmente los legionarios uno por uno.

Los samnitas se burlaban de ellos y les apuntaban con sus espadas, llevando a algunos romanos a mostrarse abiertamente indignados, razón por la que fueron heridos y algunos hasta ejecutados.

Tito Livio dice que lo más difícil de resistir para los legionarios fueron las miradas de sus enemigos. Después de la humillación iniciaron su marcha completamente derrotados. Pudieron llegar a Capua antes del anochecer, pero desconocían cómo serían recibidos por sus aliados y sentían tanta vergüenza al verse desprovistos de casi toda prenda, que acamparon al costado del camino.

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Batalla de los Horcas Caudinas 321 AC , los romanos pasando por las horcas. Autor Ángel García Pinto
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Batalla de los Horcas Caudinas 321 AC, los romanos pasando por las horcas. Autor Ángel Todaro
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Batalla de los Horcas Caudinas 321 AC (4), los romanos pasando por las horcas. Autor Peter Connolly
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Batalla de las Horcas Caudinas 321 AC (5). Los romanos pasando por las horcas. Autor Seán Ó’Brógáin

Regreso a casa

Recibidos inicialmente con desdén por los locales, su situación provocó compasión y les enviaron sus propias insignias a los comandantes y armas, ropas, caballos y provisiones a los soldados. Fue así como acabaron entrando en la ciudad, siendo recibidos alegremente y con toda la hospitalidad que merecían como aliados, pero nada los hacía sentirse más alegres.

Tal fue su vergüenza que rehuyeron de las conversaciones y la presencia de los locales. A la mañana siguiente se encargó a algunos jóvenes nobles el acompañarlos a la frontera de Campania, manteniéndose un sepulcral silencio hasta llegar a Roma. A su regreso, los comandantes fueron al Senado para responder las preguntas de los senadores más viejos, mientras que sus legionarios entraron con la cabeza baja y sin devolver saludos.

Tito Livio concluye con: “Los samnitas habían obtenido no solo una victoria gloriosa, sino también duradera; no solamente habían capturado Roma como lo habían hecho los galos antes que ellos, sino que, lo que era una hazaña aún más bélica, habían capturado el valor y la dureza romanos”.

Los vencidos entraron de noche y durante días no aparecieron ni en el Foro ni ningún otro lugar público, los cónsules hicieron lo mismo y el Senado les despojo de sus mandos. Se nombró Quinto Fabio Ambusto y Publio Elio Paeto como dictador y magister equitum respectivamente, pero fue de forma irregular y fueron reemplazados por Marco Emilio Papo y Lucio Valerio Flaco, pero ni siquiera ellos pudieron celebrar las elecciones porque la ciudadanía estaba furiosa con todos los magistrados del año. Se debió nombrar un interregno a cargo de Quinto Fabio Máximo y Marco Valerio Corvo. Finalmente, se eligieron como nuevos cónsules a los prestigiosos generales Quinto Publilio Filón y Lucio Papirio Cursor.

Reacción romana

La primera información que habían recibido los senadores romanos fue que el ejército estaba bloqueado, luego que capituló. En cuanto supieron que sus soldados estaban atrapados hicieron preparativos para aliviarlos, pero al saberse que se rindieron se abandonó toda acción. Sin orden formal, la ciudad presentó un duelo público.
El Senado rehusó ratificar la paz y envió a los dos cónsules al enemigo. Los samnitas se enfurecieron, y comprendieron que habían perdido una oportunidad única de derrotar gravemente a los romanos al aceptar su palabra.

Secuelas

El desastre de Caudium hizo sacudirse la influencia romana en muchos de sus aliados, y la suerte de la guerra estuvo a favor de los samnitas durante algunos años. Los volscos se revelaron, y tomaron Sátricum. Los ejércitos romanos durante ese año estuvieron empleados suprimiendo rebeliones internas.

En el 319 AC, son nombrados cónsules el patricio Papirio Cursor y el plebeyo Quinto Aulio Cerretano. Papirio se dirigió a Satricum sofocando la rebelión. Cerretano se dirigió a Apulia contra los fretanos a los que sometió. Los romanos hicieron pasar a los samnitas bajo tres lanzas en recuerdo de las Horcas Caudinas. Ese mismo año cayó Lucera y los samnitas volvieron a pasar bajo el yugo.

En el 318 AC, son nombrados cónsules Lucio Plaucio Venno y M. Folio Flaccinator. Folio se dirigió a Samnia, donde varios pueblos samnitas pretendieron establecer un nuevo tratado con Roma. Enviaron legados ante el senado y obtuvieron una tregua de 2 años.

En Apulia, las ciudades de Teano y Canusium se rindieron al cónsul Lucio Plaucio. Los romanos aprovecharon la tregua, tomaron posiciones en la retaguardia del Samnio. Este año se nombraron por primera vez prefectos para Capua.

Avance romano (317-305 AC)

En el 317 AC, se nombraron cósules a C. Junio Bubulco y Quinto Emilio Barbula. Ambos ejércitos se dirigen a Apulia conquistando la ciudad de Forentum; y en una incursión en Lucania, el cónsul Barbula tomó la ciudad de Nérulo.

El orden introducido en Capua mediante la adopción de las instituciones romanas había adquirido notoriedad general entre los estados en alianza con Roma, y los antiates solicitaron el mismo privilegio, pues carecían de código fijo de leyes y de magistrados ordinarios propios. El Senado comisionó a los patronos de la colonia para establecer un sistema de derecho. No sólo las armas de Roma, sino también sus leyes, se estaban extendiendo por todas partes.

En 316 AC, finalizó la tregua firmada en 318, Roma reabrió las hostilidades, aduciendo que los cónsules no tenían la capacidad para firmar tratados. Se pusieron en marcha tres ejércitos, uno operaría en Campania, otro en el valle del Liris y el tercero marcharía hacia el Adriático para encaminarse luego al Sur y unirse a los apulios contra los samnitas del lugar.

Los samnitas reaccionaron con rapidez. Mientras fijaban a los ejércitos de Abulia y del valle del Liris, destrozaron al ejército de Campania. Los romanos nombraron dictador a Lucio Papirio Cursor, que había sido cinco veces cónsul y dos veces dictador, reunió todas las fuerzas disponibles y marchó al Sur. Mandó a la mitad del ejército al mando de su magíster equitum Marco Fulvio a cubrir el camino de la costa (luego Vía Apia), mientras el avanzaba por la vía Latina, entre las colinas.

El ejército samnita, que había seguido la Vía Latina, cambió entonces de dirección y, atravesando las colinas, atacó por sorpresa al Marco Fulvio jefe de caballería cerca de Terracita. El ejército romano cayó al completo. El terror hizo que los aliados meridionales de Roma se rebelaran. Los samnitas entraron en el Lacio, destruyendo las cosechas y saqueando la región hacia el Norte hasta Ardea, a tan sólo 30 km de Roma.

El Senado se vio obligado a llamar a parte del ejército que operaba en el valle del Liris. Los samnitas aprovecharon esto para cruzar el río y atacar a la pequeña fuerza allí dejada, poniéndola en fuga. Ahora, también los aliados romanos del Norte estaban vacilantes, estando el ejército de Abulia en peligro de quedarse aislado.

Batalla de Lautulae 315 AC

Ese año se nombró dictador a Quinto Fabio (Quintus Fabius Maximus Rullianus ) y como magister equitum a Quinto Aulio Cerretano.

Los combates en el Samnio se sucedían sin que la balanza se inclinara por ninguna de las dos partes. Los romanos habían recuperado Satícula, cedida a los samnitas tras las Horcas Caudinas, mientras que estos habían conquistado Plistica, previamente tomada por los romanos.

Quinto Fabio retira a las legiones de Samnio y Apulia y se dirige hacia Sora. Este lugar se había rebelado, pasándose a los samnitas, después de dar muerte a los colonos romanos. El ejército romano marchó allí a toda velocidad para vengar la muerte de sus compatriotas y para restablecer la colonia.

Durante la marcha a Fabio le llegan noticias de que los samnitas le siguen de cerca; giró su ejército y se preparó para entablar batalla en las cercanías de Lautulae.

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Batalla de Lautulae (315 AC). Mapa de la posible ubicación de la batalla

Primer encuentro

La batalla terminó, no con la derrota o fuga de una parte, sino con la noche que sorprendió a los combatientes mientras aún estaba por decidir el resultado de la batalla, y ambos se retiraron para pasar la noche. A pesar de quedar en tablas, la batalla fue desfavorable a los romanos ya que Quinto Aulio, el jefe de la caballería (magister equitum), cayó allí. Roma tuvo que enviar refuerzos al mando del nuevo magister equitum Cayo Fabio lo atestiguan.

Cayo Fabio al acercarse envió mensajeros para consultar al dictador sobre dónde debía asentar su posición y sobre el momento y manera de atacar al enemigo. Después de ponerse al tanto de los planes del dictador, detuvo su ejército en un lugar donde quedó bien oculto.

Quinto Fabio ordenó que los refuerzos no entrasen en la zona y que permanecieran ocultos, no quería arriesgarse a un enfrentamiento precipitado.

Segundo encuentro

El dictador mantuvo a sus hombres durante varios días confinados en su campamento. Por fin, de repente, dio orden de formar para la batalla. Había ocultado a sus soldados la llegada del jefe de la caballería y el ejército de refresco.

Una vez desplegados mandó hacer señales de fuego a su jefe de caballería. Y atacó al enemigo. Cuando todas las fuerzas estaban empeñadas en el combate, atacó por la retaguardia el jefe de caballería. Así acorralados, los samnitas huyeron en todas direcciones, cada uno lo mejor que pudo. Un gran número, que en su miedo se había agrupado y estaban tan cerca unos de otros que no podían utilizar sus armas, fueron muertos entre los dos ejércitos. El campamento del enemigo fue capturado y saqueado, y los soldados, cargados con el botín, se marcharon de vuelta a su propio campamento en Sora para seguir con el asedio.

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Guerreros samnitas finales siglo IV: 1 jinete campano, 2 infante samnita, 3 infante lucano. Autor Richard Hook

Continuación de las operaciones

En el 314 AC, los cónsules Marco Petelio y Cayo Sulpicio reciben el ejército de manos del dictador Quinto Fabio, después que gran parte de los veteranos fuesen enviados a casa y que llegaran nuevas tropas para completar los efectivos. Cae Sora y, tras castigar a los responsables de la muerte de los colonos, se dejó una guarnición romana en la ciudad.

Los cónsules trasladan el teatro de la guerra a las tierras de los ausones. Después de la batalla de Lautulae se habían alzado algunas poblaciones lindantes con la Campania, hasta la misma Capua fue sospechosa de intento de rebelión. Los ausones acabaron por capitular y entregaron a los romanos sus ciudades: Ausona, Minturnae y Vescia. «El pueblo de los ausones fue aniquilado como si hubiese combatido en una guerra sin cuartel por un delito de rebelión del que no había demasiada certeza».

En el frente de Apulia, Luceria entregó la guarnición romana a los samnitas pero fue recuperada: «Lucerinos y samnitas fueron exterminados por completo y la cólera llegó a tal extremo que también en Roma, cuando se sometió a debate en el senado el envío de colonos a Luceria, muchos fueron del parecer de que la ciudad debía ser destruida». Se enviaron 2.500 colonos.

Cayo Menio es nombrado dictador junto a Marco Folio como magister equitum. Su misión era investigar los rumores de posibles intentos de rebelión en Capua y otros lugares, incluso en la misma Roma. Aquí hay un trasfondo político que muestra que en Roma existían rivalidades entre facciones; Livio las denominaba «coaliciones ilícitas formadas para conseguir los cargos públicos». Los patricios, por medio de una fórmula legal, usaron un arma de los plebeyos: el derecho de apelación y el veto de los tribunos para no tener que defenderse en juicio. Cayo Menio terminó por dimitir.

Estas disensiones internas fueron aprovechadas por el ejército samnita que se desplazó hacia Caudium para, desde allí, intentar tomar Capua. Los cónsules se dirigieron rápidamente a la zona y se entablan combates esporádicos. Los samnitas veían que sus fuerzas se erosionaban y debían arriesgarse a una confrontación en toda regla.

Batalla de Terracina 314 AC

Finalmente se celebró la batalla, los samnitas situaron la caballería en las alas y la infantería en el centro. En cuanto a los cónsules romanos, Sulpicio se sitúa en el ala derecha, Petelio en la izquierda.

Sulpicio, al ver el frente samnita extendido, alargó sus líneas para evitar ser envuelto; Petelio, con una formación más cerrada, envió a primera línea a las cohortes de reserva, las cuales tenían el cometido de intervenir sólo si la lucha se prolongaba.

Se inicia la batalla con el ataque de Petelio hizo retroceder el flanco derecho de la infantería samnita atrayendo a la caballería enemiga, la cual tiene que mezclarse entre la infantería en fuga; fue entonces cuando Petelio ordenó a la caballería romana que cargase contra infantes y jinetes samnitas poniendo en fuga a toda el ala derecha. El cónsul Sulpicio, al ver que en su zona no se entablaba batalla se había dirigido hacia allí con 1.200 hombres.

El ala derecha romana logró mantener sus filas ante el ataque samnita mientras Sulpicio regresó una vez hundido el flanco derecho samnita.

«Poco después los romanos vencían ya en toda la línea y, ya sin combatir, los samnitas eran muertos o hechos prisioneros, a excepción de los que huyeron a Maleventum» (la actual Benevento). Según las fuentes murieron o fueron apresados unos 30.000 samnitas.

Tras la batalla, los cónsules se dirigieron rápidamente hacia Bovianum, capital del grupo samnita de los pentri; una vez montado el asedio pasan allí el invierno.

En el 313 AC, nombran dictador a Caio Petelio junto al jefe de caballería Marco Folio, haciéndose cargo del ejército. Al parecer se abandona el asedio de Bovianum para recuperar Fregelae, se reconquistó Nola, se tomaron las ciudades de Atina y Calatia y se fundaronn las colonias de Suessa y Pontias.

En el 312 AC, el senado elaboró un decreto para llevar colonos a Interamna Sucasina, los cónsules enviaron a 4.000 colonos. Para este año de relativa paz el censor de Apio Claudio comenzó la construcción de la Vía Appia y el Aqua Appia (un acueducto) que llevan su nombre.

Guerra contra los etruscos

Los rumores de que la diplomacia samnita estaba consiguiendo sus frutos en Etruria empezaron a extenderse.

En el 311 AC, la guerra con los samnitas estaba casi finalizada, pero la intervención de los etruscos vino a terminar los anteriores, cuarenta años de paz. Fueron nombrados cónsules Cayo Junio Bubulco y Quinto Emilio Bárbula. Por primera vez se dio acceso al pueblo a la elección de uno de los cónsules y a los tribunos militares, que hasta entonces habían sido nombrados por los dictadores y cónsules, nombrando 16 para 4 legiones. También se creó el cargo de duoviro naval; el pueblo debía nombrarlos para supervisar el equipamiento y mantenimiento de la flota. El cargo de los duoviros navales, era para supervisar la incipiente flota que Roma empezaba a formar tras asegurar su posición a lo largo de la costa.

Tras arreglar unos asuntos concernientes a la elección de nuevos miembros para el senado los cónsules se echaron a suertes sus destinos: los samnitas correspondieron a Junio y el nuevo teatro de operaciones en Etruria a Emilio.

Las hostilidades las iniciaron los samnitas atacando y masacrando a la guarnición romana de Cluviae, crucial para el control del corredor central hacia el Adriático. El cónsul Junio la recuperó en un solo día y emprendió una operación punitiva para saquear la comarca de Bovianum, capital de los pentrios. Livio nos habla de una emboscada y un combate en el cual murieron 20.000 samnitas.

Batalla de Sutrium (311 AC)

En Etruria comenzó con una conjura de todos los etruscos (menos la ciudad de Arretium). Pusieron asedio a Sutrium (Sutri), al igual que en el anterior conflicto, ya que era la llamada «Puerta de Etruria«, esta ciudad era aliada de Roma, y servía a modo de cierre de la Etruria.

El cónsul Emilio marchó allí para levantar el sitio, y escogió un lugar delante de la ciudad para establecer su campamento fortificado. Los etruscos discutieron que hacer y acordaron atacar el día siguiente. Al día siguiente ambos ejércitos desplegaron y estuvieron uno frente a otro hasta mediodía. Los etruscos impacientes decidieron atacar a los romanos, dado que sus fuerzas eran muy superiores en número. La batalla estuvo igualada durante un buen rato hasta que los romanos ordenadamente relevaron las fuerzas de primera línea, mientras que los etruscos no. El cansancio hizo que sufrieran muchas bajas. Al atardecer se dio la señal de retirada y ambos ejércitos regresaron para pasar la noche a sus respectivos campamentos. Con muchas bajas.

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Segunda Guerra Samnita, guerra entre romanos y etruscos del 311 al 308 AC

Batalla de Monte Cimino 310 AC

En el 310 AC, fueron elegidos cónsules Quinto Fabio Máximo Ruliano y Cayo Marcio Rútulo Censorino. Fabio se encargó de la guerra en Sutri y partió hacia allí con refuerzos; también se alistó un ejército en Etruria.

Fabio comenzó tanteando la línea de fortificaciones de los asediadores hasta que los etruscos reunieron sus tropas y le salieron al encuentro. Pero esta vez, al contrario de lo que hizo el año anterior Quinto Emilio Bárbula, Fabio va a rehuir combatir en llano al verse superado en número por lo que se desvió hasta unas elevaciones para paliar la inferioridad numérica con una posición ventajosa.

Los etruscos, sin pensar en nada más que en su número, en el que únicamente se basaban, cargaron con tan ávida impetuosidad que arrojaron sus jabalinas, para poder llegar más rápidamente al combate cuerpo a cuerpo, y se precipitaron sobre sus enemigos con las espadas desenvainadas. Los vélites romanos, por su parte, lanzaron primeramente sobre ellos sus venablos y después las piedras que abundantemente les proporcionaba el terreno. Escudos y cascos fueron alcanzados por igual, y los que no resultaron heridos quedaron confundidos y desconcertados, cuando se retiraron los vélites fueron recibidos por una lluvia de pilum de los hastati y príncipes. Los astados seguidos de los príncipes romanos lanzaron nuevamente su grito de guerras y cargaron cuesta abajo sobre ellos con las espadas desenvainadas.

Los etruscos no esperaban la carga y emprendieron la huida. La caballería romana salió tras los fugitivos, cortándoles el camino hacia su campamento. Los etruscos no vieron otra opción que la de dirigirse a las montañas. Desde allí, en columna, maltrechos y casi desarmados se internaron en la vegetación del monte Cimino.

Los romanos, tras dar muerte a varios miles de enemigos y tomar 38 enseñas militares, se apoderan del campamento etrusco.

La derrota en el monte Cimino no puso fin a la guerra, solo la extendió. Todo el territorio que se extendía bajo el monte Címino sintió los efectos de sus estragos, y estos levantaron la indignación de los distritos etruscos y territorios vecinos de la Umbría, que jugaron un importante papel a partir de entonces.

Batalla del lago Vadimione 309 AC

En el 309 AC, se nombró dictador a Lucio Papirio Cursore. Los etruscos reunieron un ejército bajo la lex sacrata. El que violaba esa lex se exponía a la venganza de los dioses, y se convertía en sacer (maldito) y estaba sujeto a la pena de muerte. Con ese sistema de alistamiento, el comandante designa a los soldados más valientes, obligándolos con un juramento a cumplir con su deber hasta el sacrificio de sus vidas. Cada uno de estos soldados elegía un compañero de igual valor, y este aa otro, y así sucesivamente hasta alcanzar el número requerido. El resultado de este método singular y anómalo era la formación de un cuerpo elegido de luchadores muy decididos.

El mando de las tropas etruscas que procedían de Tarquinia y Vulci, estaba encomendado a Elbio Vulturreno. Ambas fuerzas se encontraron en el lago Vadimione, cerca de Horta (actual Orte). El lago era sagrado para los etruscos que sumergían ritualmente sus armas en él, sagrado para Jano y quizás también para Marte.

El choque se recuerda como la mayor batalla de la historia entre los etruscos y los romanos. Se combatió con tanta furia que ninguno de los dos contendientes llegó a lanzar armas arrojadizas.

La batalla iniciada con las espadas se fue haciendo cada vez más dura e incierta, tanto que los romanos no tenían la impresión de luchar contra los etruscos ya derrotados muchas otras veces, sino contra un nuevo pueblo. El combate fue incierto durante mucho tiempo, y ambos fueron empleando todas las fuerzas que disponían. Los etruscos emplearon todas y los romanos solo les quedaba la caballería. Papirio ordenó desmontar a sus jinetes y les envió a primera fila. Los jinetes llegaron a las primeras filas de infantería avanzando entre las armas y los cuerpos de los caídos. Al entrar en combate como una fuerza fresca, en medio de hombres cansados, causaron estragos en las líneas etruscas.

Siguiendo su impulso, el resto de las tropas romanas, a pesar del agotamiento les siguieron, finalmente lograron prevalecer sobre la línea etrusca. Entonces la tenacidad de los etruscos comenzó a ceder y algunos manípulos comenzaron a retirarse, luego a huir.

La batalla fue tan sangrienta que las aguas del Tíber se pusieron rojas, debido a la mucha sangre derramada”.

Los romanos capturaron el campamento etrusco. Las bajas debieron ser muy numerosas en ambos bandos. Etruria estaba derrotada militarmente, pero sus ciudades siguieron siendo libres. De hecho, a excepción de concesiones territoriales sustanciales a Roma, Etruria tenía intactas sus libertades políticas, administrativas, comerciales y religiosas.

Ese mismo año 309 AC, las ciudades etruscas de Perusia, Cortona y Arretium enviaron embajadores a Roma para pedir la paz y se les concedió una tregua de 30 años.

Por su parte el otro cónsul, Cayo Marcio Rútulo Censorino, capturó la ciudad de Allifae a los samnitas.

Penetración romana en Italia Central

En 310 AC, se estipuló un tratado de alianza entre Roma y la ciudad de Camers (Camerino) en Umbría, llamado «Aequum Foedus«, con el que las partes se comprometieron a ayudarse mutuamente, especialmente en caso de guerra.

A partir de entonces se iban a ver implicados los pueblos de la parte central de la península italiana: umbros, marsos, sabinos.

En el 308 AC, Quinto Fabio Máximo Ruliano, vencedor sobre los etruscos, sometió las comunidades sabinas del Apenino central: marsos, ecuos y pelignos. Estos nuevos aliados de los samnitas hacían peligrar el corredor central hacia el Adriático que había sido usado por los romanos para llegar hasta Apulia, en la retaguardia del Samnio.

En el 307 AC, y al igual que se hizo con la Vía Apia, el censor Marco Valerio Maximo inició la construcción de una vía militar que atravesaba los territorios de ecuos, pelignos y marrucinos hasta el Adriático: la Vía Valeria. Esta vía permitió someter a los hérnicos en poco tiempo, en cincuenta días fueron derrotados los ecuos siendo destruidas todas sus ciudades y sus poblaciones pasadas a cuchillo.

En el 309 AC, se produjo la alianza de Roma con Otricoli. En el 303 AC, el centro de Italia fue controlado por los romanos con la fundación de las colonias latinas de Sora (Frosinone), de Alba Fucense (Avezzano), poco después, de Carsulae (S. Géminis), en territorio ecuo en el 298 AC.

Batalla de Bovianum 305 AC

En el 305 AC, fueron cónsules Lucio Postumio Megelo y Tiberio Minucio Augurino. Mientras los samnitas hacían una incursión en la llanura de Estela (en la Campania, entre Cales y Casilino) los dos cónsules se dirigieron al Samnio; Postumio en dirección a Tiferno y Minucio a Bovianum (actual Boviano).

Los samnitas se enfrentaron a Postumio en Tiferno, la batalla tuvo un resultado indeciso y Postumio, con el fin de dar la impresión de que tenía miedo del enemigo, se retiró por la noche hacia las montañas. Buscó un lugar seguro donde levantar un campamento, y lo fortificó. Después dejó un fuerte destacamento para guarnecerlo, hacia la tercera guardia condujo sus legiones sin bagajes, por la ruta más corta posible, hasta donde estaba su colega, quien también estaba acampado en Bovianum frente a otro ejército samnita.

Postimio sabiendo que se acercaba Municio, presentó batalla a los samnitas, el combate se prolongó sin decantarse hasta muy avanzado el día, y entonces Postumio con sus legiones apareció de repente y cargó de improviso contra el ejército enemigo, ya agotado.

El resultado fue que la mayoría del ejército samnita fue exterminado, capturándose 21 enseñas. A continuación los dos cónsules reunieron sus fuerzas y se dirigieron contra el otro ejército samnita que estaba en las inmediaciones, que estaban desmoralizados por las noticias de la batalla anterior. Los samnitas pronto se dieron a la fuga, se capturaron 26 estandartes, y el mismo jefe samnita (meddix), Estacio Gelio fue hacho prisionero junto a muchos de sus hombres y ambos campamentos. Al día siguiente atacaron Bovianum, que pronto fue tomada y los cónsules celebraron un triunfo conjunto tras sus brillantes éxitos.

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Batalla de Bovianum 305 AC. Durante la segunda Guerra Samnita. Autor Igor Dzis

Durante ese año, Sora, Arpino y Cesennia fueron recuperadas de los samnitas. También se erigió la gran estatua de Hércules, que se dedicó en el Capitolio.

En el 304 AC, los samnitas enviaron una embajada a Roma para pedir la paz. Una vez firmada solo quedaba a los romanos consolidar el poder en el centro de la península itálica: En un lapso de dos semanas asediaron y capturaron 31 ciudades fortificadas. La mayoría fue saqueada y quemada, y la nación de los ecuos fue casi exterminada. Se celebró un triunfo sobre ellos y, advertidos por su ejemplo, los marrucinos, marsios, pelignos y ferentinos enviaron mensajeros a Roma para pedir la paz y su amistad. Estas tribus consiguieron un tratado con Roma.

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Sacrificio para establecer la paz entre romanos y samnitas. Con espadas los generales samnita y romano, en el medio los sacerdotees con varas. Autor Richard Hook

Secuelas de la guerra

Roma impuso a los samnitas renunciar a cualquier expansión territorial y a no poder hacer ninguna alianza sin su consentimiento, además debían cederles el control del valle del río Liris. Los marsos, pelignos, marrucinos y sabelinos fueron obligados a aliarse con Roma. El territorio de los ecuos fue incorporado al de la República, fundándose otras seis tribus rústicas en territorio conquistado.

Tras el conflicto, Roma emprendió una gran campaña de colonización en Campania y el valle del río Liris fundando 13 colonias. Además, afianzó su soberanía en Etruria y Umbría.

Roma quedaba como la mayor potencia de Italia, sin ningún enemigo capaz de disputarle su supremacía.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2016-06-20. Última modificacion 2022-01-07.
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Comentarios:

  1. Alessandro Pagano dijo el 2021/01/14 a las 9:30 pm

    Excelente articulo!

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