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La Primera batalla de San Albano (Saint Albans) dio comienzo a la guerra de las Rosas. El combate tuvo lugar el 22 de mayo de 1455 en el pueblo de San Albano. Ricardo, duque de York, y su aliado, Ricardo Neville, conde de Warwick, derrotaron a las tropas de la casa de Lancaster dirigidas por Edmundo Beaufort, duque de Somerset, quien resultó muerto. Al finalizar el combate, Ricardo de York capturó al rey Enrique VI, logrando hacerse nombrar Lord Protector del Reino de Inglaterra.
Araíz de su exclusión de la corte, Ricardo, duque de York, y su aliado Ricardo Neville, conde de Warwick, habían reunido en el norte sus ejércitos privados, que tenían unos 3.000 efectivos, y entonces marchaban hacia el sur para enfrentar a los Lancaster del rey Enrique VI dirigiéndose a Londres.
El poderoso ejército de Lancaster, con 2.000 efectivos bajo el mando del duque de Buckingham, se dirigió al pueblo de San Albano, al norte de Londres, dedicándose a organizar sus defensas para detener a York. Se construyeron barricadas en la colina de Holywell, al igual que en la calle de San Pedro, con el fin de defenderse de un eventual ataque de los yorkistas, que provendría desde los campos ubicados al este de la localidad.
Ricardo de York llegó al pueblo de San Albano y desplegó su ejército, después de varias horas de negociaciones fallidas las fuerzas de York se lanzaron un asalto frontal a la ciudad siguiendo dos direcciones de ataque, en las que los yorkistas sufrieron fuertes bajas.
Las defensas de Lancaster, finalmente, se rompieron después de que una pequeña fuerza bajo el conde mando de Warwick, después de envolver por callejuelas y jardines traseros, hizo una aparición por sorpresa en la plaza del mercado de la ciudad, donde esperaban sentadas y descansando las fuerzas del rey. Existen evidencias de que el ataque fue tan repentino que los soldados no tenían puestos ni siquiera los cascos. Los atacantes, un pequeño grupo, se lanzaron con fiereza logrando quebrar la defensa. Warwick ordenó a sus arqueros disparar sobre la guardia real, matando e hiriendo a muchos nobles, incluyendo al rey y su comandante, el duque de Buckingham. El conde mató en un combate singular a uno de sus principales enemigos, el duque de Somerset, fuera de la posada del castillo. Las tropas encerradas entre las trincheras y la plaza, desertaron al encontrarse claramente rodeadas, huyendo hacia el camino.
La importancia militar de la batalla fue pequeña, al parecer con cerca de 300 muertos. Pero esta victoria total de los York fue trascendental en el plano político: El rey había sido capturado, el duque de Somerset había sido muerto y el archienemigo de los Neville, Enrique Percy, había caído.