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Situación de las Colonias en Norteamérica
Aparte de Canadá y Florida, los ingleses tenía en Norteamérica 13 colonias en 1750: Nueva Hampshire (27.500 habitantes), Massachusetts (188.000), Rhode Island (33.300) y Connecticut (111.300) (conocidos colectivamente como Nueva Inglaterra), Nueva York (76.700), Nueva Jersey (71.400), Pensilvania (119.500), Delaware (28.700), Maryland (151.000), Virginia (231.000), Carolina del Norte (73.000) y del Sur y Georgia (64.000). Nueve eran colonias de la corona con gobernadores nombrados en Londres, y de los demás, Maryland y Pensilvania era, en esencia, de propiedad privada, mientras que Connecticut y Rhode Island eran colonias autorizadas con gobernadores electos.
En 1760, la población era de aproximadamente 1.600.000, excluyendo a los indios, pero incluyendo 325.000 esclavos, de los cuales el 95 % vivía en comunidades rurales.
Para 1775, esta cifra había aumentado a 2.250.000 (incluyendo 500.000 esclavos), comparado con una población de 8.000.000 en Gran Bretaña e Irlanda.
La gran mayoría de los blancos eran de origen británico, el resto era principalmente alemanes, holandeses o suizos. Muchos habían emigrado para escapar de la persecución o enjuiciamiento penal, pero a pesar de esta mezcla volátil, la rebelión era poco probable porque las diferencias culturales entre las colonias daba como resultado una falta de consenso sobre casi todo. De hecho, hubo constantes disputas, a menudo violentas, entre colonias vecinas, y sería algo excepcional unir a ese grupo desunido. Desafortunadamente, los ministros del Rey estaban, inconscientemente, a punto de hacerlo.
Los francófonos católicos de Quebec, tradicionales enemigos de los colonos estadounidenses de las Trece Colonias, recibieron un trato respetuoso por parte de las autoridades británicas. Trato que se confirmó en 1774 cuando se dotó a Canadá de un estatuto particular dentro de las colonias estadounidenses, llevándose sus fronteras hasta la confluencia del Ohio y el Misisipi. Asimismo su población conservaba un derecho civil propio y la Iglesia católica era reconocida. Todos estos movimientos fueron mal aceptados por la población de las Trece Colonias, ya que le impedía la expansión de sus territorios al oeste.
En 1763 España cedió Florida a Inglaterra a cambio del puerto de La Habana (Cuba) que había sido tomado por los británicos durante la guerra de los Siete Años. La mayor parte de la población española abandonó la colonia junto a numerosos indios. Los ingleses iniciaron un ambicioso programa para atraer colonos hacia Florida y dividieron el territorio en Florida Oriental y Occidental, por lo tanto, no estaban en condiciones de participar en un levantamiento.
Consecuencias de la guerra de los Siete años (1756-63)
A la finalización de la guerra Franco-India (1754-63), incluida en la guerra de los Siete Años (1756-63), que terminó con el Tratado de París de 1763, tuvo las siguientes consecuencias:
- Soledad de Gran Bretaña, durante la guerra de los Siete Años, Gran Bretaña luchó al lado de Prusia contra Francia, España, Austria y Rusia, al finalizar quedó mal con Prusia al establecer la paz por separado con Francia. Lo que no le agradó a Federico de Prusia, lo que hizo que Inglaterra no tuviera ningún aliado en ese conflicto, y sí muchos enemigos como Francia y España que apoyarían a los rebeldes.
- La madurez militar de las colonias, durante la guerra Franco-India se demostró la capacidad militar de las colonias, que aportaron la mayoría de las fuerzas británicas con los regimientos provinciales y los rangers (guardabosques), superando en número a las fuerzas regulares, por lo que había líderes y unidades organizadas.
- Madurez política de las colonias. Políticamente los colonos eran súbditos del rey inglés, cada colonia tenía un gobernador nombrado por la Corona, que era el representante oficial del rey y el jefe de las fuerzas armadas. Estaba asesorado una asamblea cuyos miembros eran elegidos mediante sufragio. Entre las competencias del gobernador estaban la de convocar y disolver la asamblea, vetar sus leyes y nombrar cargos inferiores. A pesar de que en teoría, parecía tener enormes poderes, su autoridad estaba en la práctica bastante limitada, y la asamblea era bastante autónoma.
- Desaparición de la amenaza francesa. La desaparición de la amenaza francesa hacía que los colonos sintieran que ya no necesitaban al ejército británico para que los defendiese. El 9 de mayo de 1761 el duque de Bedford escribió a Newcastle: “Me parece señor, que la vecindad de Francia en nuestras colonias norteamericanas quizá constituyera la mayor seguridad para tenerlas sometidas a la madre patria. Dicha seguridad disminuirá cuando el temor a Francia haya desaparecido”.
- Subida de los impuestos a los colonos. La guerra fue desastrosa para Inglaterra y Francia. Las deudas públicas en los dos países amenazaban con llevar a la bancarrota a la hacienda pública. Ambos reaccionaron subiendo los impuestos enormemente. La diferencia fue que Gran Bretaña los aplicó a los colonos norteamericanos y Francia, habiendo perdido sus colonias tuvo que gravar la vida de sus ciudadanos. El descontento por la subida de los impuestos creció en los colonos.
Evolución de los acontecimientos
Ley del Azúcar de 1764
En febrero de 1763, cuando la guerra llegaba a su fin, el primer ministro del Reino Unido John Stuart, conde de Bute, decidió mantener en pie a un ejército de 10.000 regulares británicos en las colonias. Poco después, George Grenville reemplazó en el cargo a Stuart y apoyó la política de su predecesor, incluso más después del estallido de la Rebelión de Pontiac en mayo de 1763. Greenville enfrentó el problema no solo de pagar a las tropas, sino de pagar la deuda pública. La deuda se incrementó de 75.000.000 £ antes de la guerra a 122.600.000 £ en enero de 1763, y a más de 800.000.000 £ para inicios de 1764.
Los contribuyentes ingleses pagaban 25 chelines (0,75 £) a los 6 peniques (0,06 £) de un americano, el primer ministro del rey, Grenville, sintió que era hora de compartir la carga tributaria de manera más uniforme. Grenville no esperaba que las colonias contribuyeran con en el pago de la deuda, pero sí esperaba que una parte de los gastos de defensa fuera pagada por los americanos. Al estimar que los gastos de mantener un ejército en las colonias continentales y las Indias Occidentales sería de aproximadamente 200.000 £ por año, el programa de recaudación de Greenville programó un ingreso estimado de 78.000 £ anuales.
El Acta del Azúcar fue aprobada por el Parlamento el 5 de abril de 1764 y llegó a las colonias en un momento de depresión económica. Era un impuesto indirecto, aunque los colonos estaban bien informados de su existencia. En buena parte, esto se debió a que una porción significativa de la economía colonial durante la guerra de los Siete Años estaba implicada con la provisión de alimentos y demás enseres al ejército británico; sin embargo, los colonos, especialmente aquellos afectados directamente como comerciantes y cargadores asumieron que el nuevo programa tributario era el mayor culpable. Se iniciaron las protestas contra el Acta del Azúcar y estuvo claro que el principal foco de atención de los americanos era el impacto económico de la medida, más que el asunto constitucional de pago de impuestos sin representación política.
Las protestas contra la Ley del Azúcar se dirigieron realmente contra provisiones administrativas pensadas para controlar la evasión. El acto fue una típica medida dura de recaudación que trataba a todo comerciante como mentiroso. Una multitud de regulaciones afectaba a todos los importadores, inclusos los pequeños navíos costeros y cualquier incumplimiento justificaba la incautación del navío, así como de toda la carga.
Incluso los equipajes personales de los marineros eran confiscados si los contenidos no se incluían en las declaraciones de aduanas. La Ley del Azúcar atrapaba a más inocentes que culpables.
Aparte de la presunción de culpabilidad que hacía la ley, los litigios fiscales se trasladaban de los tribunales y jurados locales a Halifax, Nueva Escocia, para ser enjuiciados ante el Tribunal del Almirantazgo, pro-gobierno. Las absoluciones eran comunes en los juicios en Nueva Inglaterra, porque, bajo el derecho común, al contrario que hoy, un jurado podía absolver si sus miembros pensaban que la ley o el castigo eran injustos. Una absolución abría la vía para una acción civil por daños contra los agentes e informadores fiscales de la corona por falsa acusación. Bajo la Ley del Azúcar, se prohibieron esas acciones civiles. Se estimulaba a los informadores con recompensas de un tercio de cualquier propiedad confiscada.
Los ingresos de la Ley del Azúcar no produjeron mucho alivio a los contribuyentes británicos de la metrópoli. En 1765 hubo serios disturbios en Gran Bretaña. Después de acosar a los recaudadores de impuestos especiales, se abolieron los impuestos a la sidra. En busca de nuevos ingresos, las ricas y poco gravadas colonias atrajeron la atención del gobierno británico. El primer ministro preguntó al Parlamento si algún miembro cuestionaba el derecho de la corona de gravar a los colonos. No hubo disidentes. Luego preguntó si las colonias rechazarían “contribuir en una minucia a aliviarnos las pesadas cargas bajo las que nos encontramos”.
Ley del Timbre o del Sello de 1765
Fue una ley del Parlamento británico que supuso un impuesto directo y específico para las Trece Colonias de la América británica que requería que la mayoría de los materiales impresos en las colonias se publicaran en papel sellado y producido en Londres, timbrados con un sello fiscal en relieve. Estos materiales impresos eran documentos legales, revistas, periódicos y muchos otros tipos de papel utilizados en todas las colonias. Al igual que los impuestos anteriores, el impuesto a los sellos tenían que ser pagados en moneda británica válida, no en papel moneda colonial. El objetivo del impuesto era ayudar a pagar a las tropas estacionadas en Norteamérica después de la victoria británica en la guerra de los Siete Años y controlar la creciente libertad de prensa en las colonias.
Esta ley provocó una gran resistencia en las colonias, que no podían enviar representantes al Parlamento británico, y, por lo tanto, no tenía ninguna influencia sobre los impuestos, su elevación, aplicación o forma de gasto.
Hubo reuniones vecinales, discursos y panfletos condenando el impuesto.
Estalló la violencia, se destruyeron propiedades. Los gobernadores escribieron a Gran Bretaña advirtiendo que la rebelión no podía detenerse.
Incluso los más fuertes oponentes al impuesto dedicaron tiempo a tratar de apaciguar a las bandas y restaurar el orden. Más importante aún fue que la Ley del Sello unió a las colonias, algo que habría sido imposible antes de 1765. Massachusetts convocó un congreso de las colonias y acudieron delegados de casi todos los gobiernos coloniales.
Para hacer más tolerable el impuesto, se concedía a los ciudadanos locales el derecho exclusivo de vender o emitir los sellos. No se enviaría a ningún burócrata arrogante desde la metrópoli, como había pasado con las aduanas. Incluso Benjamin Franklin solicitó el empleo de vendedor de sellos.
La Ley del Sello fue abolida y hubo regocijo en las colonias. Los mercaderes británicos en Inglaterra se oponían a la Ley del Sello tanto como los colonos. La abolición suponía una victoria para todos, salvo el tesoro y el gabinete.
Ley de Acuartelamiento de 1765
La Ley de Acuartelamiento, que era un impuesto disfrazado, fue tolerada, salvo en Nueva York, que tenía el mayor número de soldados británicos. La ley era decididamente injusta y suponía una carga indebida a los neoyorquinos, que rechazaban proveer de todas las necesidades a las tropas. La orden era alojarlos primero en barracas y casas públicas y después directamente en los hogares. Era el deber de las legislaturas locales financiar los gastos.
La mayoría de las legislaturas coloniales accedieron a la nueva ley, aunque el gasto para financiar a las tropas fue visto como un impuesto. En enero de 1766 la Asamblea de Nueva York se negó a recaudar el dinero. Nueva York era el principal puerto de llegada y salida de los soldados y la carga para financiar la vivienda era más pesada para ellos que para cualquier otra Asamblea.
Un Parlamento enfurecido suspendió la legislatura de Nueva York y anuló sus leyes futuras. Se creó un estado de ánimo de dureza. El Dr. Samuel Johnson, un importante intelectual, dijo: “Son una raza de convictos y tendrían que estar agradecidos por cualquier cosa que les permitamos hacer que no sea colgarlos”.
Ley Declaratoria de 1766
La Ley de Declaratoria proclamaba que el Parlamento «tenían que tener, y por derecho deben tener, el poder y la autoridad para hacer leyes y estatutos de la suficiente fuerza y validez para unir las colonias y pueblos de América … en todos los casos en absoluto«. La redacción del acto fue intencionalmente inequívoca. En otras palabras, la Ley de Declaratoria de 1766 afirmaba que el Parlamento tenía el poder absoluto para hacer leyes y cambios en el gobierno colonial, «absolutamente en todos los casos«, a pesar de que los colonos no estaban representados en el Parlamento.
La Ley Declaratoria causó muy poca preocupación en las colonias. No fue hasta que la crisis revolucionaria estuvo en plena efervescencia en la década de 1770 que patriotas como John Hancock invocarían el acto como un símbolo de tiranía parlamentaria.
Leyes de Townshend de 1767
Las Leyes de Townshend de 1767 fueron una serie de leyes que establecen nuevos impuestos de importación sobre los productos de los británicos que incluyen pintura, papel, plomo, vidrio y té. Utilizan los ingresos para mantener las tropas británicas en América y para pagar los sueldos de algunos funcionarios reales como los jueces reales que fueran designados para trabajar en las colonias americanas, al mismo tiempo se proponía una disminución de la fuerza en la colonia.
A fin de conseguirlo, se fortaleció el servicio de aduanas, estableciendo en Boston una oficina de comisarios. La reacción fue tan violenta en Boston, que en julio de 1768, los comisarios de aduanas pidieron el general Cage que enviara tropas para ayudar a los funcionarios en el cumplimiento de su misión.
La rebelión ante esta ley vino de los mercaderes coloniales, que boicotearon los bienes británicos. En Gran Bretaña muchos negocios fueron a la ruina, muchas empresas navieras quebraron y hubo desempleo. La respuesta de Inglaterra fue el incremento en la presencia de las tropas británicas en las Trece Colonias. Los colonos increparon a las tropas inglesas dando lugar al acontecimiento conocido como la »Masacre de Boston». Este episodio acabó con la muerte de 5 manifestantes norteamericanos. A raíz de la tensión producida entre colonos y metrópoli, Londres no tuvo otra alternativa que abolir las tasas, excepto un pequeño impuesto sobre el té, reducido de 12 a 3 peniques por libra de té.
Masacre de Boston (5 de marzo de 1770)
Las tensiones aumentaron en Boston a principios de 1770. Más de 2.000 soldados británicos estaban estacionados en la ciudad de 16.000 colonos e intentaron hacer cumplir las leyes de impuestos de Gran Bretaña, como la Ley de Sellos y las Leyes de Townshend. Los colonos estadounidenses se rebelaron contra los impuestos que encontraron represivos y se manifestaron en torno al grito: «no hay impuestos sin representación«.
Las escaramuzas entre colonos y soldados, y entre colonos patriotas y colonos leales a Gran Bretaña, eran cada vez más comunes. Para protestar contra los impuestos, los patriotas a menudo destrozaron las tiendas donde se vendían productos británicos e intimidaron a los comerciantes y sus clientes.
El 22 de febrero, una multitud de patriotas atacó una tienda de una lealista conocido. El oficial de aduanas Ebenezer Richardson vivía cerca de la tienda y trató de dividir a la multitud lanzando piedras a través de la ventana de su casa. Una de las piedras golpeó y mató a un niño de 11 años llamado Christopher Seider y enfureció aún más a los patriotas.
Varios días después, estalló una pelea entre trabajadores locales y soldados británicos. Terminó sin un derramamiento de sangre, pero ayudó a preparar el escenario para el sangriento incidente que aún estaba por venir.
En la fría y nevada tarde del 5 de marzo de 1770, el soldado Hugh White era el único soldado que estaba custodiando la Casa de Aduanas (Royal Custom House) en King Street. Un joven aprendiz de un fabricante de pelucas llamado Edward Garrick, se acercó a un oficial de la Casa de Aduanas solicitando un pago de su maestro. Cuando el aprendiz, siendo ignorado, se volvió ruidoso en sus demandas, el soldado británico, sacó al joven del edificio y lo golpeó. Garrick, furioso, volvió con un grupo de colonos enojados y arrojaron a White bolas de nieve, hielo y basura, al tiempo que le insultaban.
El alboroto hizo salir al oficial de guardia, el capitán Thomas Preston, que llegó en ayuda de White con un cabo y un grupo de 8 soldados del RI-29. La muchedumbre creció en tamaño y continuó lanzando piedras, maderas y trozos de hielo a los soldados británicos.
En medio de la confusión, se escuchó la orden “no disparar” emitida por el capitán Preston. Uno de los militares, el soldado de primera Hugh Montgomery, cayó al suelo debido a un golpe, lo que le llevó a disparar “accidentalmente” al aire su mosquete. (Más tarde, sin embargo, admitiría que disparó deliberadamente a la muchedumbre). A los demás soldados les entró el pánico y comenzaron a disparar a la multitud. Murieron cinco personas, los tres colonos Samuel Gray, James Caldwell y el mulato Crispus Attucks, morirían al instante y, otros dos, Samuel Maverick (al día siguiente) y Patrick Carr (cerca de una semana después). Los hechos fueron descritos por un platero y grabador de Boston llamado Paul Revere, que vivía cerca de allí en un grabado. Revere describe en el grabado de forma incorrecta los hechos. Según él, fue una pelea cuerpo a cuerpo, sin nieve en el suelo, el capitán sable en mano da la orden de hacer fuego a los soldados, el cartel de la “Casa de Aduanas”, fue alterado para poner “Carnicería”.
Tomó siete meses acusar a Preston y los otros soldados involucrados en la masacre de Boston y llevarlos a juicio. Irónicamente, fue el colono estadounidense, abogado y futuro presidente de los Estados Unidos, John Adams, quien los defendió.
Seis de los soldados fueron hallados no culpables y otros dos, los dos únicos que se comprobó que habían cargado dos veces sus mosquetes, Hugh Montgomery y Matthew Killroy, fueron encontrados culpables de homicidio involuntario, lo cual se penaba realizando una marca en el pulgar. El oficial, el capitán Thomas Preston, fue absuelto, ya que el jurado no pudo probar si había realmente ordenado a sus soldados disparar. La decisión del jurado da a entender que creía que los soldados fueron claramente provocados, pero que su uso de la fuerza fue desmesurado.
Samuel Adams acuñó el término Masacre de Boston y lo usó para propósitos de propaganda. Argumentaba que la importancia no radicaba en el pequeño número de víctimas, sino en el hecho de la participación de la clase trabajadora estadounidense en un acto revolucionario. El funeral por las cinco personas fallecidas fue el acto que congregó al mayor número de personas hasta esa época en Estados Unidos. Los bostonianos allí congregados exigieron la partida de las tropas británicas de la ciudad. Para los británicos, este suceso se conoció como el incidente de King Street.
Incidente de la goleta Gaspée (9 de julio de 1772)
A principios de 1772, el teniente William Dudingston mandaba la goleta Gaspee en la bahía Narragansett de Rhode Island para forzar al serrvicio de aduanas y la inspección obligatoria de cargas. Llegó a Rhode Island en febrero y se reunió con el gobernador Joseph Wanton.
Después de esto, Dudingston y su tripulación se volvieron cada vez más agresivos en sus búsquedas, embarques e incautaciones, llegando incluso a detener a los comerciantes que estaban en la costa y forzar las búsquedas de sus mercancías. El resentimiento público y la indignación continuaron aumentando contra el Gaspee en particular y contra los británicos en general.
Durante una patrulla en la bahía de Narragansett, la Gaspee detuvo e inspeccionó el paquebote Fortune el 17 de febrero y se apoderó de 12 cabezas de cerdo (barricas) de ron no declarado. Dudingston envió el Fortune y el ron incautado a Boston, creyendo que cualquier artículo incautado dejado en un puerto de Rhode Island sería reclamado por los colonos.
El enviar el Fortune a Boston trajo indignación dentro de la colonia de Rhode Island, porque Dudingston había asumido la autoridad de determinar dónde debería llevarse a cabo el juicio con respecto a esta incautación, superando por completo la autoridad del gobernador Wanton al hacerlo. Además, era una violación directa de la Carta Real de Rhode Island de 1663 celebrar un juicio fuera de Rhode Island por un arresto que tuvo lugar dentro de la Colonia.
El 9 de junio, el Gaspee persiguió al paquebote Hannah, pero el Gaspee encalló en aguas poco profundas en el lado noroeste de la bahía en lo que actualmente es Gaspee Point. Su tripulación no pudo liberarla y Dudingston decidió esperar la marea alta, lo que posiblemente pondría a flote el barco. Sin embargo, antes de que eso pudiera suceder, una banda de hombres de Providence dirigida por John Brown decidió actuar en la «oportunidad ofrecida de poner fin a los problemas y la irritación que ella causaba a diario«. Remaron hacia el barco y la abordaron al amanecer del 10 de junio. La tripulación resistió débilmente en la que el teniente Dudingston recibió disparos y heridas, y los hombres de Providence quemaron el barco hasta la línea de flotación. Joseph Bucklin fue el hombre que le disparó al teniente Dudingston; otros hombres que participaron incluyeron al hermano de Brown, Joseph de Providence, Simeón Potter de Brístol y Robert Wickes de Warwick. La mayoría de los hombres involucrados también eran miembros de los Hijos de la Libertad.
La audacia de este ataque fue aún más notable, ya que ninguno de los atacantes hizo ningún esfuerzo por ocultar sus identidades. Duddington y su equipo pudieron señalar fácilmente a la mayoría de los participantes. Sin embargo, esto les hizo poco bien porque los tribunales locales también eran antagónicos hacia la Royal Navy. En lugar de intentar enjuiciar a los atacantes, se presentaron cargos contra el teniente Duddington por la incautación ilegal de bienes. Cuando esta noticia llegó al Parlamento británico, hubo indignación. Se envió una comisión especial, bajo la autoridad de los tribunales del vicealmirante, para detener a los autores del caso Gaspee y llevarlos de regreso a Inglaterra para su juicio. Aunque las identidades de los perpetradores eran ampliamente conocidas, la investigación fue infructuosa. No se hizo ningún arresto, ya que todos los acusados presentaron falsos testigos de que se encontraban en otros lugares en el momento de los hechos.
Motín del Té en Boston (16 de diciembre de 1773)
El duque de Grafton dimitió en enero siendo sustituido por lord North, segundo conde de Guilford, que inició una política conciliatoria. La anulación de todos los impuestos a la importación excepto el té. El gobierno británico aprobó la Tea Act (Ley del té), que permitió a la Compañía de las Indias Orientales vender té a las colonias directamente, sin pagar ningún arancel o impuesto de aduanas en Gran Bretaña, a cambio de pagar el arancel colonial, que era mucho menor. Esta suspensión de impuestos permitió a la Compañía vender a precios menores de los ofrecidos por los colonos mercantes y contrabandistas.
Los colonos, en especial los contrabandistas acaudalados, se ofendieron por el trato de favor a una gran compañía que había actuado como un lobby (grupo de presión) y ejercido gran influencia en el Parlamento. A consecuencia de esto, se produjeron protestas en Filadelfia y Nueva York, pero fueron las manifestaciones que tuvieron lugar en Boston las que dejaron huella en la historia. Los pobladores de Boston sospechaban que el nuevo impuesto del té era simplemente otro intento del parlamento británico para apabullar la autonomía colonial. Samuel Adams, próspero contrabandista y otros que habían obtenido provecho del contrabando del té, exigieron a los representantes y consignatarios de la Compañía Británica de las Indias Orientales que abandonasen sus puestos. Los consignatarios que dudaban eran atemorizados con ataques a sus depósitos e incluso a sus casas.
El primero de muchos barcos cargados de té de la Compañía Británica de las Indias Orientales fue el Dartmouth, llegando a finales de noviembre de 1773. El 16 de diciembre de 1773, al Dartmouth se habían unido sus barcos hermanos, el Beaver y el Eleanor, los tres barcos cargados de té de China.
Esa mañana, cuando miles de colonos se reunieron en el muelle y sus calles circundantes, se celebraron asambleas donde se votó negarse a pagar impuestos sobre el té o permitir que el té se descargue, almacenase, vendiese o usase. (Irónicamente, los barcos se habían construido en Norteamérica y eran propiedad de estadounidenses).
El gobernador Thomas Hutchison se negó a permitir que los barcos regresasen a Gran Bretaña y ordenó pagar la tarifa del té y descargar el té. Los colonos se negaron, y Hutchison se mantuvo en su posición.
En ese momento, se encontraron en un callejón sin salida entre las autoridades portuarias y los Hijos de la Libertad. Samuel Adams avivó a la creciente multitud en una serie de asambleas de protesta. Miles asistieron a estas asambleas provenientes de la ciudad y de las zonas periféricas, cada reunión más grande que la anterior. Las multitudes pedían el desacato no solo al Parlamento británico, la Compañía de las Indias Orientales, sino también al gobernador Thomas Hutchinson, quien luchaba porque el té fuese desembarcado. La noche del 16 de diciembre, la asamblea de protesta se reunió en la Old South Meeting House.
La noche del mismo día, se puso en marcha el movimiento. Antes de que debiera desembarcarse el té, los Hijos de la Libertad (según fuentes, entre 60 y 150 personas) se disfrazaron como indios mohawks, dejaron la gran asamblea de protesta y se dirigieron al muelle de Griffin, donde estaban el Dartmouth y los recién llegados Beaver y Eleanour. Rápida y eficientemente, armados con hachas y cuchillos, amedrentaron a los marineros y subieron cajas de té de la bodega a la cubierta (prueba razonable de que algunos de los “indios” eran, en efecto, estibadores). Abrieron las cajas y arrojaron el té por la borda. En el trabajo que duró hasta entrada la noche, se emplearon menos de tres horas, actuando los asaltantes de forma rápida y eficiente.
Al amanecer, 342 cajas conteniendo 45 toneladas de té de un valor estimado de 10.000 libras habían sido vertidas a las aguas del puerto de Boston. Nada más fue dañado o robado, a excepción de la rotura accidental de un candado que fue reemplazado anónimamente poco después. El té flotó en las orillas alrededor de Boston durante semanas. Gracias a sus disfraces de nativos americanos, solo uno de los culpables del motín del té, Francis Akeley, fue arrestado y encarcelado.
Este acto generó las críticas de funcionarios tanto de la colonia como británicos. Por ejemplo, Benjamin Franklin declaró que el coste del té debía ser reembolsado y ofreció pagarlo con su propio dinero. Desde la metrópoli se llevaron a cabo medidas represivas contra las colonias: El gobierno inglés cerró el puerto de Boston en 1774 como represalia y declaró el estado de excepción, instaurando otras leyes conocidas como Intolerable Acts (Leyes intolerables), también llamadas Coercive Acts (Leyes Coercitivas) o Punitive Acts (Leyes Punitivas). Sin embargo, también inspiraron otros actos similares que se llevaron a cabo posteriormente, como la quema del barco Peggy Stewart. El motín del té en Boston, con el tiempo, demostró ser una de las varias causas que llevaron a la guerra de Independencia de Estados Unidos. Al menos, este motín y la reacción que lo siguió sirvieron para consolidar el apoyo a los revolucionarios de las Trece Colonias quienes, a fin de cuentas, tuvieron éxito en la guerra de la independencia.
En cuanto al consumo del té, muchos colonos, en Boston y otros lugares del país, juraron no tomar dicha bebida como señal de protesta, prefiriendo otras infusiones herbales y el café. No obstante, este movimiento social de protesta contra el consumo de té no fue duradero.
Un segundo motín del té de Boston tuvo lugar en marzo de 1774, cuando alrededor de 60 bostonianos abordaron el barco Fortune y arrojaron casi 30 cofres de té al puerto.
El evento no ganó tanta notoriedad como el primer motín del té, pero alentó otras manifestaciones de abandono del té en Maryland, Nueva York y Carolina del Sur.
Primer Congreso Continental (5 de septiembre de 1775)
Muchos colonos sintieron que los actos coercitivos de Gran Bretaña fueron demasiado lejos. El 5 de septiembre de 1774, los delegados electos de las Trece Colonias estadounidenses, excepto Georgia, se reunieron en el Carpenter Hall de Filadelfia para el Primer Congreso Continental para descubrir cómo resistir la opresión británica.
Los delegados estaban divididos sobre cómo avanzar, pero el Motín del Té de Boston, los había unido en su fervor para obtener la independencia. Cuando se suspendieron en octubre de 1774, habían escrito la Declaración y Resoluciones en las que se:
- Censuraba a Gran Bretaña por aprobar las Actas Coercitivas y pidió su revocación,
- Establecía un boicot a los bienes británicos,
- Declaraba que las colonias tenían derecho a ser gobernadas independientemente,
- Debía reunir a los colonos para formar y entrenar a una milicia colonial.
Esto debería haber sido una advertencia de al parlamento británico, de que la rebelión no era un asunto local, pero lord North no lo comprendió así, y el 8 de noviembre informó al rey: “Como los gobiernos de Nueva Inglaterra están en estado de rebelión, solo la lucha permitirá decidir si han de permanecer sujetos al país o hacerse independientes”.
Primeros enfrentamientos
El MG (mayor-general)Thomas Gage, gobernador real, se jactaba de que podía someter a Boston con 4 RIs, en agosto de 1774 Gage disponía el doble de ese número, más la artillería. Los habitantes, cuando no atacaban a oficiales y hombres (especialmente después de que Gage les prohibió usar espadas), los alentaban a desertar, robar sus armas o venderles bebidas (a menudo malas). Los magistrados multaron a los soldados con sumas desproporcionadas por delitos triviales, mientras les negaban justicia contra los civiles, a menos que tuvieran testigos civiles. El cierre del puerto hizo que miles de personas fueran despedidas, pero se negaron a trabajar para Gage o la Royal Navy, prefirieron vigilar a las tropas e informar sus movimientos, haciendo imposible el secreto para los británicos.
Pero Gage también tenía sus espías (incluido el doctor Benjamin Church, un fiable miembro del Congreso Provincial, y el MG William Brattle de la milicia de Massachusetts) y estaba al tanto de los planes del Congreso Provincial. El 1 de septiembre, envió a 260 hombres para apoderarse de la pólvora del Rey en la casa de pólvora de Charlestown y dos cañones de latón en Cambridge, sorprendiendo a la milicia por completo. Enfurecidos por historias de atrocidades (que eran completamente falsas), más de 4.000 milicias se reunieron en Cambridge al día siguiente, y obligaron a los dos jueces a renunciar; dos días después, 6.000 milicianos en Worcester detuvieron la sesión de los tribunales. Gage tomó el consejo de los tories (patriotas) locales y no envió tropas para oponerse a ellos, pero reforzó las fortificaciones en todo el istmo de Boston.
Conmocionado por la captura de los cañones y pólvora por Gage, el Congreso Provincial creó un sistema de “jinetes de alarma” para avisar al campamento cada vez que los regulares salían de Boston, y reorganizaban la milicia. Se crearon unidades de “hombres al minuto”, listas para marchar en cualquier momento para oponerse a los regulares británicos, y se crearon comités de seguridad y suministros, con autoridad para movilizar a la milicia y confiscar tiendas.
El 8 de septiembre, otra fuerza enviada para recuperar los cañones de las fortificaciones del puerto en Charlestown descubrió que las armas habían desaparecido. Por todas partes de Massachusetts, e incluso en Boston, cañones, tiendas y municiones comenzaron a desaparecer de los arsenales públicos. Durante el mes de octubre, Gage recibió refuerzos de Nueva York, Halifax y Quebec, elevando su fuerza a unos 3.000 efectivos.
Otras colonias hicieron lo mismo: 400 de la milicia de New Hampshire bajo el mando de Paul Revere tomaron el fuerte William y el fuerte Mary en Portsmouth el 14 de diciembre de 1774, estaba defendido por 6 británicos, no hubo muertos y tras una breve lucha los redujeron, retirando 16 cañones y municiones, los británicos fueron liberados después. Mientras que la milicia de Rhode Island robó 44 cañones del fuerte George, en Newport.
Mientras tanto, la rutina de la vida en la guarnición (deserción, borrachera y peleas callejeras) continuó durante el invierno de 1774. Tanto el suministro de agua contaminada (causado por el clima invernal excepcionalmente templado), como la insalubridad de los cuarteles; contribuyeron a una cifra de muertos de más de 100 entre la guarnición y sus dependientes, los continuos intentos de Gage de aplacar a la gente del pueblo alienaron aún más a sus tropas y alentaron a editoriales insultantes en los periódicos whig. Intentó mantener a las tropas fuera de problemas enviándolas a marchas al campo, pero al tiempo que alarmó a la población, también brindó a la milicia la oportunidad de perfeccionar su sistema de «alerta temprana«. A las pocas horas de una alarma, se podrían movilizar hasta 12.000 irregulares y marchar para interceptar a los regulares.
El 26 de febrero de 1774, el Tcol Alexander Leslie tomó el RI-64 del fuerte Williams para apoderarse de los cañones que se almacenaban cerca de Salem, en el condado de Essex. Sin embargo, fue recibido por el coronel Thomas Pickering y su milicia de Essex, y aunque las fuentes de cada lado difieren, el resultado fue que los cañones se alejaron y Leslie se vio obligada a regresar con las manos vacías.
Hasta entonces, las marchas habían involucrado regimientos individuales, pero el 30 de marzo, Lord Percy dirigió a toda su brigada, más de 1.200 hombres, a Jamaica Plain, a 8 km al sur de Boston. Se encontró con la hostilidad habitual de los habitantes, pero también descubrió que la milicia había desmantelado el único puente hacia Cambridge sobre el río Charles, y había instalado dos cañones para proteger el puente en Watertown. En cada ocasión, se daba la vuelta, un acto que la milicia vio como una señal de que cualquier apoyo decidido obligaría a los regulares británicos a retirarse. A pesar de las estrictas órdenes de ambas partes de no disparar a menos que se recibiera fuego, era solo cuestión de tiempo antes de que tales enfrentamientos condujeran al derramamiento de sangre.
En abril, Gage recibió un mensaje de lord Dartmouth, secretario de estado para las colonias americanas, autorizando una acción más fuerte: si la guerra era inevitable, mejor debería comenzar antes de que los estadounidenses estuvieran preparados.
Ese enero, Gage había llamado a oficiales para inspeccionar y mapear el campo. El capitán Brown del RI52 y el alférez de Berniere del RI-10 habían respondido y explorado los condados de Worcester y Suffolk, evitando la captura por pura buena fortuna (y una tormenta de nieve). Informaron que el campo favorecía a los estadounidenses y que cualquier expedición solo podría terminar en desastre.
El 20 de marzo, Gage les ordenó que reconocieran las carreteras en el condado de Middlesex, donde descubrieron debidamente los almacenes militares en Concord en el curso de su misión.
Informado por el doctor Church de que el congreso provincial se suspendería pronto, con los delegados dispersándose por Massachusetts, Gage decidió actuar. El sábado 15 de abril ordenó que las compañías del flanco fueran retiradas de sus tareas normales y le pidió al comandante de la Navy, el vicealmirante Samuel Graves, que preparara los botes de sus barcos. Paul Revere, un platero de Boston, reportó estas actividades al doctor Joseph Warren, del comité de seguridad, quien arregló la eliminación de 4×6 cañones de Concord. Revere luego cabalgó a Lexington para informar a Hancock y Adams que también podrían ser el objetivo británico.